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viernes, 19 de agosto de 2011

Las Batallas de Mag Tured


Nada más llegar a Irlanda, los thuata de Dana chocaron tanto con los Fir bolg, como con los Formoré. Tras la gran batalla de Mag Tured, en la que derrotaron a los Fir bolg con sus poderosas armas de hierro y a los Formoré con sus poderes mágicos, los thuata de Dana, relegaron al Connacht a los primeros y firmaron una tregua armada con los segundos. Esta victoria se debió a tres armas mágicas que trajeron a Irlanda: la lanza de Lugh, cuya puntería era infalible, la espada de Nuadha, que siempre sacaba sangre; y el gran caldero de Daghda, que permanecía siempre lleno de papilla irlandesa por más que se intentara vaciar.

Aun así los thuata tuvieron que pagar un alto precio por su victoria: se decía que los muertos de ambos bandos cubrieron el suelo más que la nieve y que el poderoso rey thuata, Nuadha, quedó manco y, por tanto, dejó de ser apto para monarca. Nuadha renunció al trono y, en un intento de reconciliación, los thuata ofrecieron el puesto a Bress, cuyo padre había sido un Formoré llamado Elatha y su madre era una princesa thuata.

El reinado de Bress pronto se hizo opresivo y los thuata se vieron pagan fuertes tributos a los Formoré y construyendo fortificaciones para ellos. Por otra parte, Bress demostró ser un gobernante mezquino, ya que se negó a agasajar a los jefes thuata que le visitaban, según era la costumbre, y los visitantes que llegaban no salían con sus cuchillos llenos de grasa o el aliento oliendo a cerveza. Pronto la avaricia de Bress se hizo famosa en todo el país, y el bardo Coirbre la satirizó con tal dureza que se vio cubierto de un sarpullido que le desfiguró tanto o más que a Nuadha la perdida de su brazo. Bress se negó a abandonar el trono, a pesar de todo, y los thuata comenzaron secretamente a reunir armar y preparar su magia contra él.
Invirtieron siete años en los preparativos para esa nueva batalla, período durante el cual el druida Cian restauró los poderes del exiliado Nuadha, proporcionándole un nuevo brazo de plata con el que se manejaba mejor que con el anterior. Gracias a su nuevo brazo, pudo reclamar de nuevo el trono de los thuata. Pero aunque parezca extraño, no permaneció en el trono mucho tiempo, ya que pronto llegó a Tara un nuevo héroe que asumió el cargo y condujo a los thuata a la victoria.

El nombre de este nuevo rey era Lugh. Era hijo del druida Cian y de Eithane, hija del rey Balar de los Formoré. Lugh había sido educado por su tío, un herrero que había ocultado su identidad para protegerlo en esos tiempos de inestabilidad. También se ocultó porque su abuelo Balar había escuchado una profecía según la cual uno de sus nietos le mataría y, naturalmente, pretendía asesinar a todos ellos. Cuando Lugh llegó a la edad adulta, su tío le contó la verdad sobre su familia y le envió a buscar fortuna a la corte del rey Nuadha.

Lugh tuvo ciertas dificultades para entrar en Tara, ya que el guardián de sus puertas sentenció que el joven debía tener una destreza única útil para corte si quería ser admitido. Lugh preguntó si tenían orfebre, a lo que el guardián respondió afirmativamente. ¿Tenían carpintero? ¿Acaso necesitaban un músico?, en ambos casos ya había uno.

Bien, entonces, ¿hacía falta un poeta, un druida, un sabio, un guerrero o un herrero? En todos los casos el guardián replicó que contaban con uno o varios. Finalmente, Lugh preguntó si había una sola persona capaz de desempeñar todas esas artes y oficios a la vez, ya que si no era así, él podría hacer todo eso y más. Impresionado, el guardián le dejó entrar.
Cuando Lugh llegó al salón del rey, su noble prestancia le impresionó de tal forma a Nuadha que enseguida renunció a su trono en favor del joven príncipe. Lugh se reunió felizmente con su padre Cian y se dispuso inmediatamente a preparar la futura lucha contra los Formoré. No solamente se encargaba de revisar la construcción de magníficas armas, sino que enseñó encantamientos druídicos a la corte para debilitar a los Formoré, haciendo que les fuera imposible orinar. Además, Lugh y Cian prepararon un manantial mágico en el que los muertos pudieran volver a la vida.

Por fin llegó el gran día, y Lugh condujo a los thuata a la batalla, que se libró exactamente en el mismo lugar que habían vencido a los Fir bolg anteriormente: Mag Tured. La matanza fue tremenda por ambas partes. Lugh recorría el campo de batalla con su magia prestando siempre ayuda y aliento cuando las tropas de los thuata flaqueaban, hasta que llegó a estar cara a cara con su abuelo, el rey Balar de los Formoré. Balar tenía una enorme cabeza con solo ojo mortífero, cuyo párpado era tan pesado que se necesitaban cuatro hombres para levantarlo. Adonde Balar dirigía la mirada, los hombres morían; tal como había advertido Lugh, el resultado de toda la batalla dependía de aquel funesto ojo. Lugh emitió un poderoso grito para atraer la atención de Balar, de manera que éste y sus cuatro hombres se volvieran lentamente hacia él; el joven soberano lanzó una piedra con su honda con tal fuerza que atravesó el ojo de Balar matando a cientos de Formoré que estaban detrás de su rey. Cuando Balar se desplomó en el suelo, las huestes de los Formoré huyeron del campo de batalla llenos de pánico.

Los Formoré se agruparon y se exiliaron de Irlanda para siempre. Algunos de ellos trataron de firmar un pacto privado con los thuata de Dana, prometiéndoles conjuros mágicos por los que les garantizaban cuatro cosechas al año; pero Lugh rechazó esta oferta y los Formoré salieron de Irlanda en dirección a su primitivo hogar en el norte.

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Agradecementos

Quiero agradecer a Álex Nieves, Ángel Iglesias, Bea Santos, Carlos Rodas, Débora Parcero, Joshua Acuña, Lara Fandiño, Martín Costa, Nuria Ruiz, Raisa Piñeiro y Uxía Romero por ayudarme a idear personajes y a mejorarlos, en el proceso de la historia y en la mejor de mi estilo de dibujo para el Manga.